El 22 de octubre de 1844, hace exactamente 180 años, un evento trascendental conmocionó al mundo religioso de Estados Unidos. Miles de personas, seguidores del movimiento millerita, aguardaban con fervor la segunda venida de Cristo, convencidos de que esa fecha marcaba el fin de los tiempos.
Sin embargo, cuando el día llegó y Cristo no apareció, se produjo lo que se conoce como el «Gran Chasco». Este suceso generó un profundo impacto en los creyentes, desencadenando una crisis de fe y esperanza.
A pesar de la desilusión inicial, el Gran Chasco no fue el fin de la historia. Para muchos, este acontecimiento se convirtió en un punto de inflexión que los llevó a una búsqueda bíblica más profunda y rigurosa. A partir de este momento, un grupo de creyentes comenzó a estudiar las profecías bíblicas con mayor detenimiento, buscando una interpretación más precisa de los eventos futuros.
Estos estudios dieron como resultado el descubrimiento de una nueva comprensión sobre el santuario celestial y el ministerio de Cristo en el cielo, lo cual sentó las bases teológicas para la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, fundada a mediados del siglo XIX, heredó el legado de los milleritas y se convirtió en una de las denominaciones cristianas más importantes del mundo. Los adventistas creemos en la inminencia de la segunda venida de Cristo y en la importancia de mantener una estrecha relación con Dios a través de la oración, el estudio de la Biblia y el servicio a los demás.
El Gran Chasco, aunque fue un momento de gran dolor y confusión, se transformó en una fuente de inspiración y esperanza para millones de personas en todo el mundo.
Hoy, 22 de octubre de 2024, recordamos este acontecimiento histórico con gratitud y expectativa. Si bien la fecha exacta de la segunda venida de Cristo es desconocida, los adventistas continúamos aguardando con esperanza el regreso de nuestro Señor.
¡Maranatha!